De esta forma pasó por la plaza.
El trabajo está antes que la devoción. Aquí tenemos a nuestro sacristán dejando limpio el templo tras la salida de Nuestra Señora Soledad de María.
Llegó la hora, vamos a la calle. La hermandad de los niños es la primera en hacer su estación de penitencia. ¡Bendita penitencia!
Nervios, despistes, palmas, cirios, incienso, luces, sombras, estrenos... Muchas cosas pasan por la cabeza en este preciso momento.
Estas hermanas de devoción, nos dejan ver sus imágenes por unas horas por las calles de nuestro pueblo. El capataz tiene la gran tarea de
acompañarlas hasta su vuelta.
Las salidas nunca son fáciles. Los costaleros con su fuerza, su devoción y sus mañas a la voz del capataz, ponen a la Virgen en la calle. Un paso más de un largo camino.