Amaneció un día de lluvia, con un cielo gris, y conforme iban pasando las horas un tímido sol intentaba brillar entre las nubes que poco a poco se desplazaban e iban dejando huecos que se llenaban con rayos de luz. A la espera de que esto ocurriera ese día había dos personas, un hombre y una mujer, ellos, que ese día habían decidido unir sus vidas para siempre. Y así ocurrió; el sol empezó a resplandecer vergonzoso, pero cada vez le iba ganando terreno a las grises nubes.
Y
llegó la hora y todo transcurrió como tenía que transcurrir. Era una boda
diferente, ya que todas las bodas son diferentes. La ceremonia estuvo llena de
emociones y todos los allí presentes fuimos testigos de aquella nueva unión que
haría que una nueva vida comenzase para ellos a partir de aquel día.
Y
el sol sonrió para los dos.