miércoles, 14 de octubre de 2009

CAMPOS DE LABRANZAS...

Amanece un día cualquiera de marzo. Hace frío, todavía es invierno.
Abandono lentamente el aglomerado de casitas blancas y me refugio en el campo.
Atrás quedan dormidos, aletargados, en sus hogares las gentes del pueblo.
¡Qué solo está el campo! Los silenciosos árboles callan y no dicen nada, pero una brisa suave me trae el aroma de la tierra mojada envuelta en susurros.
Los primeros cantos y trinos, que nos quitan el miedo, avisan de que todo está tranquilo.
Poco a poco asoma majestuoso el dorado sol, que trae un mensaje de esperanza, de cálido abrazo y de renovada vida.
Entre los olivos, el atrevido almendro se ha vestido de gala. Para él la primavera ha llegado antes.
Sin embargo la temerosa higuera no se atreve a asomar sus yemas. Espera a la primavera verdadera.











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